domingo, 14 de octubre de 2012

EL CLUB SOCIAL Y DEPORTIVO MATADERO


Anoche, por mi mente insomne pasaron imágenes olvidadas en un rincón de la nostalgia. La pampa, La Serena, Mantos de Hornillos, Ovalle. También Santiago y sus rincones. Uno de ellos, el Club Social y Deportivo Matadero, cerca de la casa en donde viví parte de mi adolescencia tardía. En mi calle, Dávila Larraín, vivían ex jugadores de fútbol profesional, uno de los músicos de Los Ramblers, monreros, lanzas y varios mafiosos de fama, como el Cabro Carrera. Yo los veía a diario en sus distintas actitudes. Sonrientes algunos, torvos los otros, sintiendo no poca admiración por esos bravos, como también cierto temor.

El Club Social y Deportivo Matadeo, era un rincón deportivo y social, donde los fines de semana se realizaban encuentros bailables con gran asistencia de trabajadores ferroviarios, del matadero, vecinos de conciencias blancas y negras. La cueca era la reina. La algarabía ante los grupos y solistas cuequeros era tremenda. Las mozas guapas salían a bailar luciendo vestidos con provocativos cortes en uno de los muslos morenos y rellenitos, por lo general. Los guapos lucían ambos negros a rayas, sombrero y coloridos pañuelos en el cuello. La cueca llenaba el local y salía por la puerta para adueñarse de varias cuadras del barrio.

Una tarde, uno obrero de la construcción se emborrachó más de la cuenta y no soportó ver a su pareja bailando con un ferroviario con cara de niño pero de temple cuchillero en las manos. El primero agredió al segundo y rodaron por la pista ante el griterío eufórico de la concurrencia, y chillidos angustiados de unas pocas mujeres. Un grupo de varones logró separar a los contendientes, que no dejaron de mirarse con fiereza hasta el término de la parranda. Pareció que los rivales habían partido cada uno a sus lares. La concurrencia marchó a dormir la borrachera y el silencio cayó sobre las calles. Pero no todo había terminado. Con las primeras luces del sol, el guardia de una caseta ferroviaria cercana al club, encontró al Cara de Niño, con dos puñaladas en el pecho, ensangrentando la vía.

A pocas cuadras, en Carmen y Placer, se inauguró en estos años el Club Matadero Centro Cultural Club Social, a dos cuadras del ex Matadero, donde se faenaban vacunos y cerdos para abastecer a la capital. Si bien recoge el espíritu bravo y billanguero del tradicional barrio, ya no corre sangre en riñas por las piernas de mozas de ojos incitantes y carne ardiente, como ocurría en la vieja casona de mis añoranzas.
 
De Recuerdos y Ficciones.
Cerro Barón

04 de julio 2010.

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